PASTOR JOSE LUIS LA TORRE CUADROS
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Hermit´s Blog, El Eremita

Entendiendo los Evangelios.

7/27/2023

 
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El Evangelio y los evangelios:
 
El Evangelio como tal es el mensaje que se proclamó al mundo declarando que el reino de Dios como realidad ha llegado a nosotros y nos llama a participar activamente en su expansión. El Evangelio es el mensaje de Jesús de Nazaret. 
  1. Los evangelios son los relatos que nos hablan de la formación del Evangelio. Los evangelios son los relatos según Mateo, Marcos, Lucas y Juan. 
  2. Los evangelios no son historia. Los evangelios son predicación, catequesis y liturgia.
  3. Las primeras comunidades cristianas se dedicaron a proclamar el mensaje del Reino de Dios que fue anunciado por Jesús en la tercera década del siglo uno de nuestra era. Esa predicación se compiló en diferentes fuentes que fueron además alimentadas por elaboraciones catequéticas que se usaron para enseñar la fe en Jesús y el mensaje del Reino de Dios a los conversos. A eso se sumaron relatos sobre la práctica litúrgica de las primeras comunidades como el bautismo y el partimiento del pan, las mismas que se atribuyeron directamente a la gran comisión que Jesús encargó a sus seguidores.
  4. Para la mentalidad del primer siglo de nuestra era no existía diferencia alguna entre la historicidad o facticidad de los hechos narrados en los evangelios y la elaboración que en base a las tradiciones orales que se fueron pasando de un grupo a otro de discípulos dio origen a los textos que ahora nosotros podemos leer como parte del Nuevo Testamento
  5. Una correcta comprensión del mensaje del Evangelio nos lleva a entender que la proclamación del Reino de Dios es el centro del mensaje de los evangelios. Ese Reino fue descrito como algo diferente e innovador por Jesús, “un Reino que no es de este mundo”.
  6. Los relatos de los cuatro evangelios buscan presentar en mensaje central de la opción por el Reino de Dios a diferentes comunidades y generaciones de discípulos, de forma tal, que en su deseo por comunicar un mensaje fresco y pertinente, los evangelios siempre elaboraron y adaptaron los dichos y tradiciones recibidas como herencia de la predicación de Jesús y los elaboraron de manera que respondieran a las preguntas y desafíos de las diferentes comunidades de discípulos a las cuales dichos evangelios fueron dirigidos.
  7. No podemos asumir que lo que leemos en los evangelios son documentos que nos reproducen los auténticos dichos de Jesús o escenas de su vida y ministerio. Mas bien debemos reconocer en los evangelios que hay una elaboración teológica, catequética y litúrgica que se ha alimentado de las tradiciones orales que han pasado dichos de Jesús, relatos de milagros, escenas de enseñanza, predicación, leyendas, y además de ello la mentalidad mitológica de las personas del primer siglo.
  8. Por eso la tarea del intérprete empieza por reconocer que los evangelios son construcciones literarias hechas con la idea de fortalecer la fe de las comunidades de discípulos a las cuales fueron dirigidos y no narraciones históricas como las que podemos entender el día de hoy. 
  9. La mayoría de los relatos de los evangelios son de carácter metafórico y parabólico. Por ende, estos relatos buscan transmitirnos una enseñanza de carácter espiritual que nos lleve a asumir una decisión existencial radical frente a la noción del reino de Dios como algo nuevo que nos invita a participar en su construcción.
  10. La meta del intérprete es conectar al lector moderno y post-moderno con el mensaje del Reino. Para ello, el intérprete debe entender cómo ese mensaje metafórico y parabólico tocó a los recipientes de los evangelios y los llevó a afirmarse en su fe y discipulado. 
  11. Debemos de reconocer que la concepción del mundo (pre-moderna y pre-científica) de la Biblia es completamente extraña para nosotros y no se ajusta a nuestro conocimiento actual del origen del universo.
  12. Los escritores de la Biblia asumían la existencia de Dios a priori. Ellos nunca pretendieron probar la existencia de Dios, para ellos Dios fue, era y siempre sería. Para los escritores de los evangelios, el Dios de Moisés que se auto proclamó como “Yo Soy” se había manifestado históricamente en Jesús de Nazareth. Quien había visto a Jesús había visto al Padre.
  13. El lector contemporáneo no asume la existencia de Dios a priori, tampoco cree que en Jesús de Nazareth Dios se ha manifestado de forma humana. Las declaraciones de que Dios existe y que Jesús de Nazareth es verdadero Dios y verdadero hombre no tienen ningún sentido para la mente moderna y post-moderna.
  14. El Evangelio es una confesión de fe. No se puede leer los evangelios sin aceptar que son producto de la fe que los discípulos del primer siglo tenían en la existencia de Dios y en la auto-revelación de ese mismo Dios en la persona histórica de Jesús de Nazareth.
  15. Los evangelios no pretenden probar la existencia de Dios sino el mesianismo de Jesús.
  16. Los títulos atribuidos a Jesús en los evangelios expresan la fe de la comunidad de discípulos en la persona y ministerio de Jesús.
  17. Los evangelios y el Evangelio se elaboran como resultado de una experiencia comunitaria llamada la Resurrección. La Resurrección es el evento fundacional de la proclamación de Evangelio. Para entender por qué los discípulos atribuyeron a Jesús los títulos y lo predicaron como el Cristo, tenemos que aceptar que su fe es el producto de su experiencia del Jesús resucitado. 
  18. La resurrección es la resurrección del crucificado. Por ello, la Resurrección es la convalidación por parte de Dios del ministerio de Jesús de Nazareth y su predicación de Reino de Dios. 
  19. La resurrección es un evento que no puede probarse ni histórica ni científicamente. Por esta razón, la resurrección es ajena a la mentalidad moderna y post-moderna. La fe en la resurrección es de carácter teológico.
  20. No existe un cielo “más allá”. Las imágenes del Nuevo testamento tanto en los evangelios como en el Apocalipsis nos hablan del “Tabernáculo de Dios en medio nuestro” o “la Nueva Jerusalén bajando del cielo a la tierra”. Por tanto, nuestra lectura de los evangelios debe asumir claramente que la meta de la consumación de la historia no es el escape de este mundo a un mundo más allá, sino más bien a la renovación total del mundo en que vivimos, el cual se transformará con el advenimiento de la manifestación visible de la divinidad en el templo universal de la humanidad redimida.

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